En los últimos meses, hemos tenido el privilegio de contemplar cómo en España se sucedían una serie de hechos concatenados, promovidos por este satánico Gobierno que nos aflige:
- La creación de talleres de masturbación para jóvenes, promovido por la Junta de Extremadura, gobernada por el PSOE (Pajilleros, Salidos y Onanistas de Extremadura). A las clases pueden asistir menores de ambos sexos juntitos y revueltos, como es menester para llevar a buen puerto tan sesudos conocimientos.
Es curioso cómo, este Gobierno que tanto presume de perseguir la pederastia por Internet, promueve un curso en el que un adulto enseña a menores de edad diversas técnicas masturbatorias, bajo el, a la vez soez y cursi, lema de "El placer en tus manos".
Como todos sabemos, el promover la masturbación entre la juventud, además de la vomitiva bajeza moral que, de por sí, conlleva, es un medio eficaz de evitar futuros nacimientos de nuevos españoles. Si decidimos todos pelárnosla con fruición, pronto desaparecerá esa peligrosa práctica entre personas de diferentes sexos que, en ocasiones, acarrea ese mal innecesario denominado "niño". - La ampliación de la Ley del Aborto, hasta transformarla en aborto libre. Más abortos, menos nacimientos.
- La ultraprotección de la homosexualidad y su fomento a través de determinadas series de televisión, en las emisoras que todos conocemos, o de la lavativa mental que es la asignatura de Educación para la Ciudadanía. El mejor medio para que no se produzcan nacimientos es ése precisamente: que todos seamos homosexuales.
- La potestad que van a adquirir las niñas, menores, de 16 y 17 años de abortar sin el consentimiento de sus padres.
- La legalización de la píldora del día después [...del folliqueo], que podrá ser adquirida por cualquiera (hasta menores) sin receta médica (mientras que, para un simple Clamoxil, sí nos la exigen).
No hay ningún obstáculo para que gente de otros países se asienten a millones aquí. Y cuanto más variopinto sea su origen mejor. Lo importante es que la cultura cristianocatólica (por favor, déjenme ya de judeocristiana, que poco tiene que ver el judaísmo con lo que predicaba Jesús) se diluya en un maremágnum de creencias a cada cual más rara y curiosa. Si no, véase la invasión de santerías que estamos sufriendo en Madrid y que harían las delicias de la Bruja Piruja.
España es la punta de lanza de un experimento, de un ensayo a nivel mundial de lo que algunos han denominado illuminati/Bilderberg y cuyos valedores son los partidos y movimientos socialistas mundiales, aunque poseen miembros en todas las ramas políticas, incluso en los partidos de derechas (especialmente en sus ramas humorísticamente llamadas liberales).
No es el único país en que se están ensayando estas prácticas que, dentro de pocos años, se extenderán a nivel mundial: en otros países, como Canadá, Estados Unidos (desde donde se dirige parte del cotarro), Turquía desde la época de Atatürk, México y unos cuantos más, se lleva años probando diversos aspectos de este plan universal; pero España, como siempre, es el perro apaleado sobre el que más se van a cebar.
Fíjense cómo a estos tontiprogres, que tanto se preocupan por evitar el nacimiento de hijos no deseados, les da lo mismo la continua superpoblación en Asia o África:
No les importa que se ultrarreproduzcan en China (que son ateos), Oriente Medio y Magreb (musulmanes), la India (hinduistas) o África (animistas). No les importa que crezca hasta el infinito la población más pobre de la Tierra. No les importa, porque no son católicos.
Lo importante es promover la extensión por todo el planeta de la pobreza y, a la vez, crear un mundo no cristiano.
¿Por qué?
Porque el cristianismo fue la creencia que supuso el principio del fin del esclavismo.
Y esta gente necesita esclavos. Futuros esclavos serviles para el mundo que nos preparan.
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