El Socialismo siempre se ha caracterizado a lo largo de su historia por ser un movimiento criminal...
Encizañó al mundo con su concepto de "lucha de clases", dinamitó su esperanza al proclamar "la muerte de Dios" y no tuvo reparos en imponer sus ideas a la fuerza, arrojando al basurero de la muerte millones de vidas...
Recubierto de los tenues velos y los cálidos abrigos de su preocupación por los necesitados, ha intentado mediante tal artificio crear un ateo y materialista reflejo de lo que siempre fue el Cristianismo...
Pero el Socialismo, hundido en sus raíces marxistas socialcomunistas, siempre ha sido el más fiel lacayo del Nuevo Orden Mundial que nos preparan desde hace siglos...
Un Nuevo Orden similar al descrito por George Orwell en su recomendable novela 1984. Un Nuevo Orden de líderes preocupados por su pueblo, obsesionados por dirigirlos en los más ínfimos detalles... por su bien...
Mas el lago de la pobreza que tantas veces prometieron desecar ha sido convertido en todo un océano que anega progresiva y despiadadamente todo aquello que una vez disfrazaron bajo las hipócritas palabras "Estado del bienestar"...
Un Nuevo Orden cuyo más fiel reflejo, hecho ya sólida realidad, es la actual China: un pensamiento único, una obediencia única, un único ateísmo, una única sumisión y una única desigualdad...
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