"La inteligencia de una sociedad es inversamente proporcional a su deseo de ser sometida por su propio Gobierno". (El Filóloco)

"Mientras que los judíos han conseguido que el antisemitismo sea un delito, los españoles hemos conseguido
que el antiespañolismo (el insulto y la vejación de todo lo español) sea un derecho democrático". (El Filóloco)

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lunes, 2 de agosto de 2010

Por España

La Revolución "Gloriosa"

"¡Por España!" siempre ha sido el grito de los patriotas a lo largo de los años, a lo ancho de las décadas y en lo profundo de los siglos. "¡Por España!" o "¡Por el Rey!", personificando en la augusta majestad de turno el sentir conjunto, unánime, de una nación.

Sin embargo, esta proclamación, orgullosa y sincera, guerrera y generosa, empezó a sufrir cierta competencia allá por los comienzos de la aciaga "Revolución" Francesa (recordemos lo ya dicho en otras ocasiones: los golpes de fuerza de la Derecha se denominan "golpes de Estado", mientras que, los de la Izquierda, adquieren el "ilustre" y risible nombre de "revoluciones"...).

Desde el inicio del Histerismo Francés, un nuevo grito comenzó a asomar en el panorama patriótico mundial, y éste no fue otro que el de "¡Por la Constitución!".

La Constitución de turno, tan recambiable en un Estado como una compresa en la menstruación, vino a sustituir el concepto de "Patria".

Al grito de "¡Por la Constitución!" o "¡Viva la Constitución!" hemos visto caer y elevarse a Gobiernos, hemos contemplado derramar sangre hermana en continuas guerras civiles, no sólo en España, sino en multitud de países.

Nuevos competidores del grito patriótico aparecieron con posterioridad, todos ellos orientados para acallar el nombre de la patria natural: "¡Por la Revolución!", "¡Por la Internacional Socialista!"...

..."¡Por la República!"

Gritos falsarios que buscaron constituirse en sustitutos de la madre natural de todos: nuestra Patria, nuestra nación... Nuestra España.

Desde hace años vivimos en un medio natural que nos ha vuelto a retrotraer a esas oscuras etapas de exaltación de la pasajera Constitución de turno, y de olvido y denigración de nuestra auténtica madre política, España.

Una negra etapa más de adoración a lo pasajero, a lo trivial, a lo cambiable, a lo circunstancial, y de olvido de lo eterno, de lo realmente enraizado en el ser de todo aquel español bien nacido...

"¡Por España!"

Siempre por España.

Y jamás por Constitución alguna, "ley de leyes" que no suele ser sino un deforme espejo -cóncavo o convexo- de la límpida imagen de nuestra Patria natural.




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