Pocos meses después de su publicación en este blog y de su relativa difusión por Internet, comenzó -a finales de 2008- la actual crisis económica actual de la que el mundo -y, en especial, España- parece no salir.
La difusión de estas teorías (que, por otra parte, no son mías, pues previamente Daniel Estulin y otros ensayistas llevan años hablando sobre este asunto) parece ser que precipitó los acontecimientos, por lo que se intentó provocar la mencionada crisis mundial por otros medios más tradicionales, cuyo origen real no acaba de ser comprendido por el común de los mortales, ya que ni ha ocurrido un desastre natural mundial (explosión continua de volcanes, caída de meteoritos, generación de ciclones, agotamiento de las reservas de petróleo, etc...) ni una guerra universal. Nada de eso. Un buen día nos dijeron que los EEUU tenían problemas con una cosa llama "hipotecas subprime" ("hipotecas para primos" las llamo yo) y no hemos levantado cabeza desde entonces -especialmente Grecia, Portugal, España, Irlanda y algo Italia (curiosamente los países "no protestantes", no sé si se habran dado cuenta...).
Quería incidir ahora precisamente en la virtualidad del dinero.
Señores: el dinero que tienen ustedes no vale nada. Ni lo ha valido nunca realmente.
El dinero que ustedes poseen son sólo apuntes electrónicos en una cuenta de un banco o una colección de papelillos apilados que prometen mucho, pero que, tras los cuales, no existe ningún bien material real que los respalde.
Desde la Edad de los Metales, los objetos de valor se han reducido a dos tipos: los objetos artísticos (esculturas, joyas, adornos de toda guisa) y los metales, con los que se podían fabricar armas, utensilios y otros objetos de arte.
Los fenicios idearon el sistema de dividir los metales con los que se comerciaba en porciones pequeñas, a las que denominaron monedas. Y desde entonces hasta hoy.
Pero esas monedas tenían un valor intrínseco: eran de cobre, bronce, plata u oro. Es decir, con el metal que contenían se podían fabricar los objetos que tanto se apreciaban.
Era un valor real, no un valor facial, como el que tienen las monedas y billetes actuales.
Con el Renacimiento y las aportaciones del estúpido de Marco Polo a Occidente, el uso del papel se extendió como "moneda" común, valga la redundancia.
Millones de papelitos que decían que el Estado se responsabilizaba de la contrapartida de valor real que ese titulillo de propiedad llamado "billete" representaba.
En cualquier caso, la virtualidad del dinero que se manejaba no era total, pues los bancos centrales respaldaban dichos billetes con reservas de oro, cuyo valor real debía ser equivalente al valor facial del dinero.
Pero con los acuerdos de Bretton Woods dejó de utilizarse el patrón oro como patrón universal y el dólar fue convertido en su sucesor.
¿Qué quería decir esto? Millones de papelitos respaldados por otro papelito más: el dólar.
El desprecio por las reservas de oro ha sido progresivo en muchos países occidentales y especialmente en España en los últimos años, en los que el Gobierno viene tan trabajosamente actuando para conseguir la ruina económica total de esta nación para su futura desparición del mapa. El actual Gobierno socialista, no hace mucho malvendió una parte muy significativa de las reservas de oro del Reino de España justo unas semanas antes de que comenzara esta artificial crisis y de que el precio del dorado mental empezara a subir por las nubes.
¿No les recuerda esto a la generosidad con que el Gobierno masónico de la II República española regaló a Rusia las reservas de oro del Banco de España? Está en la naturaleza de esta gente el desposeer a España de sus áureas reservas para conseguir el batacazo final.
Señores, que quede claro: nada de esto es inutilidad, es premeditación.
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