He tenido problemas en poner título a esta entrada:
No sabía si titularla "¿Hasta cuándo Gallardón?" (opción por la que finalmente me decidí) o "¿Hasta cuándo, Gallardón?", con comita intercalada, dirigiéndome a él.
Así que, asumiendo el primer titular, lo redirijo al Partido Popular: ¿Hasta cuándo Gallardón? ¿Hasta cuándo un político que hace exactamente lo contrario de lo que va predicando el Partido Popular? Un político que insaciablemente eleva los impuestos de Madrid y nos endeuda a un ritmo que haría ruborizar hasta al mismo Zapatero.
Ahora redirijo el segundo titular al susodicho: ¿Hasta cuándo, Gallardón? Hasta cuándo vas a seguir engañándonos y prometiendo cosas que jamás vas a poder cumplir?
Había pensado titularlo también "Una patada a la pedantería", por aquello de que este aprendiz de alcalde quiere encubrir su timidez e inseguridad con una fachada de echao palante, de absolutamente convencido de que a él le iban a dar el regalo de las olimpiadas porque sí, por su cara bonita, porque alguna vez le dijeron que era el más listo y el mejor vestido. Nos ha querido vender la fantasía de unos juegos olímpicos en una ciudad que tiene destrozada y arruinada, como lo haría un vendedor de coches (por cierto, creo que hubo vendedores de coches que lo hicieron mucho mejor y que llegaron a presidentes del Gobierno).
La humildad se aprende a golpes de derrotas.
Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
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