Desde un punto de vista diacrónico, la denominación más exacta de nuestra de lengua sería español: la lengua común usada en toda España derivada del antiguo castellano, que era la lengua empleada en el hoy inexistente y añorado Reino de Castilla y León. El castellano antiguo difería del español actual tanto como lo pueda hacer hoy el catalán. Poseía muchos fonemas distintos a los empleados en la actualidad y, quien haya tenido la oportunidad de leer el Poema de Mío Cid en su versión original, es decir, en antiguo castellano, se habrá quedado sorprendido de lo mucho que difería aquella antigua lengua de su derivado actual, el español, hasta el punto de que, para cualquier lector corriente, resulta casi incomprensible.
Desde un punto de vista sincrónico, sin embargo, es decir, sin tener el cuenta la evolución de la lengua a lo largo de los siglos, sí tiene sentido denominarlo castellano, puesto que hay otras muchas lenguas también españolas, como el vasco, el gallego, el aranés, el bable, el catalán y algunos restos del antiguo navarroaragonés, que quedan desperdigados por los pagos pirenaicos.
En principio, es tan correcto llamar a nuestro idioma español como denominarlo castellano: todo depende del punto de vista lingüístico que adoptemos.
Sin embargo, hay otros factores que nos hacen inclinar la balanza indefectiblemente hacia la denominación español en lugar de la de castellano.
En primer lugar, al denominarlo español añadimos que es la le lengua oficial común de un Estado. Lo mismo hacemos con el italiano, que no es la única lengua de Italia, con el francés (en Francia se habla, por ejemplo, provenzal, bretón, vasco y, en algunas zonas limítrofes, alemán) o con el mismo ruso (en Rusia encontramos múltiples lenguas, que son también rusas, pero a las que no denominamos ruso).
Español es, asimismo, la denominación que han adoptado la mayoría de los países hispanohablantes, salvo excepciones.
Y, por último: los más empeñados en que denominamos a nuestra lengua patria como castellano siempre son los mismos: las chinches nacionalistas, esos acomplejados separabobos con los que tenemos la desgracia de convivir, que no se consideran españoles (estos paletoides ibéricos cejijuntos se deben de creer que son altos rubios y con los ojos azules, como los nórdicos), pero, que, a su vez, no dejan que los que sí nos consideramos españoles llamemos español a nuestra lengua.
Son como el perro del hortelano, que ni comen ni dejan comer.
Así que, español, si te consideras como tal, habla español y no castellano (aunque sea sólo para joder un poco a esta gentuza).
2 comentarios:
Encantada de estar en tu bitácora. La verdad es que te he leído mucho (y me he divertido más) en esas entradas que haces desde el blog de los que aman a España.
Te agradezco que hayas entrado en mi blog, que es tu casita virtual siempre que te apetezca.
Y me encanta lo que escribes, que lo sepaaaaasssss
Saludos y bendiciones.
Muchísimas gracias, Marisela :-)
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